Ella y Él

El año anterior había tenido una compañera de habitación y había pensado que lo iban a compartir todo, pero la compañera resulto ser distante, reservada y disimulaba sus preocupaciones bajo una máscara impenetrable, ahora en un nuevo semestre se alegro de no tener que hacerse ilusiones por cosas que no estaban ahí ya que ahora estaba sola. Lo había hecho muchas veces en su vida y había aprendido.

Su pareja la había dejado también, ella entendía intelectualmente que él hubiera querido una nueva vida pero no lo podía entender con su corazón. La mitad de las veces no sabía lo que sentía y la otra mitad se preguntaba sí había alguien a quién eso pudiera importarle. Se sabía ignorante de todos los secretos de la vida real. Ser joven era como estar en una trampa: uno podía hacer muchos esfuerzos pero no podía llegar allá donde estaba la acción real, porque uno no era lo bastante fuerte. Algo tenía que desarrollarse, como un músculo y creía que eso era la madurez.

Sus padres reñían y se gritaban cuando alguna vez se dirigían la palabra; interminablemente se recriminaban el uno al otro por el pasado, por sus vidas mal gastadas, por sus sueños irrealizados; sin embargo no querían separarse, algo los mantenía atados, alguna necesidad de que “las cosas marcharan”.

Ella tenía miedo de amar a alguien más, el amor era peligroso, porque a menos de tener una suerte excepcional a uno lo iban a lastimar. Por lo menos a uno lo lastimaban la primera vez, después se aprendía. “A uno le pinchan el lindo globito una sola vez” pensaba.

Ella había creído realmente en ese primer amor. Él gracioso, encantador, un buen escritor, un buen dibujante, una basura. Él sencillamente se aburrió de ella, se suponía que ella debía entender. Ella conforto su corazón herido y guardo silencio pensando en los aspectos negativos de la relación para librarse más pronto de su nostalgia. La dulzura con que él la besaba, le dejaba esquelas amorosas entre la ropa y hacía que se sintiera bella y única. Durante cierto tiempo había tratado de engañarse, pero finalmente supo que él no la quería ni siquiera como amiga.

Las personas parecen pensar que decir la verdad es algo sublime. Esperan que les cuelguen una medalla por decirla. Hay muchas cosas que otras personas nunca quieren oír, nunca, pero las primeras personas no piensan en ese punto… “¡Porqué es tan noble ser sincero!, él andaba con ella, le dijo que quería irse, fue muy sincero. Pero a ella no le gusto oírlo”.

En los días que siguieron se le ocurrió pensar que él había esperado que el amor completara su vida, que nunca había supuesto que podía ser la relación de dos personas que tratan de ser una, sin perder la esencia de cada una. Él había hecho planes para que todo fuera perfecto. Había pensando tener todo previsto, pero ahora echaba una mirada a su vida y se daba cuenta de que había estado dormido. Era consiente de haber perdido mucho tiempo divirtiéndose, yendo al cine con ella estando con ella y nada más, haciendo castillos en el aire. Ella más que nadie debía haber sabido que no se puede confiar en nadie ni en nada a primera vista.

Estar enamorados nos aísla; uno no puede estar con otras personas por mucho tiempo, porque hecha de menos a la persona amada. Ella sabía que muy en el fondo había una herida real, pero no se permitía así misma sentirla ya. Ella esperaba la aparición de su “hombre perfecto”, sabía que lo iba a reconocer inmediatamente.

Y el hombre perfecto llegó, él le parecía lleno de experiencia y sabiduría mundana, cada vez que ella y él adquirían algo, ella sentía que colocaba un nuevo ladrillo en el muro que habría de mantenerlos protegidos y seguros para siempre. La gloria de él era la gloria de ella. Hacían el amor en forma fluida y perfecta.

La fantasía y la realidad se funden en algo que es tan solo un deseo.